Arquímedes y la corona del rey
Efrén d’Andrés. Junio de 2023
Hieron II, rey de Siracusa, le entregó un lingote de oro puro a un orfebre para que hiciera con él una corona (figura1). Al recibir la corona ya hecha, al rey le entró la sospecha de que el orfebre le hubiera cambiado parte del oro por otro metal; para salir de dudas le pidió a Arquímedes, el sabio más eminente del reino, que hiciera las averiguaciones pertinentes.
Figura 1. El orfebre
le hizo una corona al rey con un bloque de oro puro
En la época en la que vivió
Arquímedes (nació en el 287 a. de C.) solo se conocían siete metales: estaño, hierro,
cobre, plata, plomo, mercurio y oro.
La figura 2 muestra bloques de 1
dm3 hechos con los siete metales de la Antigüedad. Se ha incluido
también un bloque de agua, sustancia muy familiar que nos permitirá comparar su
peso con el de los metales (recuérdese que 1 litro de agua ocupa 1 dm3
y pesa aproximadamente 1 kg). La longitud de las flechas rojas representa
proporcionalmente los pesos de los bloques. Obsérvese que el cobre pesa casi 20
veces más que el agua.
Veamos ahora la figura 3. En ella
se muestran bloques del mismo peso (1 kg) hechos con los metales citados antes.
Se ha incluido también un bloque de agua de 1 kg de peso (1 litro) para
facilitar la comparación. Obsérvese el pequeño tamaño del bloque de 1 kg de oro
en comparación con el de 1 kg de agua, lo que da una idea del enorme peso
específico de este metal.
El problema la corona del rey
Arquímedes conocía perfectamente
el peso y el volumen del lingote de oro entregado para hacer la corona. Si el
orfebre hubiera obrado honradamente, el volumen del oro y el de la corona serían
iguales (figura 4-a). Pero si el orfebre hubiera cambiado parte del oro por
otro metal —por ejemplo, cobre—, el volumen de la corona sería algo mayor debido
al menor peso específico del cobre (figura 4-b).
Figura 4. El
volumen de la corona B es ligeramente mayor que el de la corona A.
En definitiva, el problema
quedaría resuelto midiendo el volumen de la corona y comprobando que fuera
igual al del bloque de oro entregado para hacerla, pero ¿cómo obtener su
volumen?
Aunque hoy día este es un
problema fácil de resolver, en aquel tiempo aún no se conocía la manera de
hacerlo. La forma irregular de la corona hacía muy complicado el cálculo de su
volumen usando procedimientos geométricos. Por otra parte, no habría sido
admisible fundirla para convertirla en un bloque fácil de medir.
Con este problema en la cabeza,
Arquímedes fue a remojarse a los baños públicos. Al sumergirse en la bañera se
dio cuenta de que el nivel de agua subía hasta casi desbordarse. Por el
contrario, al salir del agua el niver bajaba considerablemente.
Arquímedes pensó que si el agua
no se comprimía ni se expandía, el aumento aparente de volumen tenía que ser igual
al volumen ocupado por su cuerpo. Acababa de descubrir un método para obtener
el volumen de la corona sin tener que fundirla.
El volumen de un
cuerpo sumergido en un líquido es igual al volumen del líquido que desplaza.
Cuentan que Arquímedes,
emocionado con el descubrimiento, salió a la calle desnudo y gritando ¡eureka!,
que es una palabra griega que significa “lo encontré”.
Gracias a este descubrimiento
Arquímedes pudo resolver el problema. De todos modos, hay quien piensa que con
los medios disponibles en aquella época no se podía tener una precisión aceptable
para su resolución, pero que Arquímedes podría haberlo resuelto sin necesidad
de conocer el volumen de la corona. Veamos cómo pudo haberlo hecho.
Otra posible solución al problema
Todos podemos experimentar la
sensación de perder peso cuando nos sumergimos en el agua. Al levantar un
objeto pesado dentro del agua también nos parece más ligero. Arquímedes había
observado este fenómeno y fue el primero en llegar a la conclusión de que el
peso que perdía el cuerpo sumergido en el agua era igual al peso del agua
desplazada por el cuerpo, lo que le llevó a enunciar el siguiente principio:
La figura 6 representa un cuerpo sumergido en un líquido dentro de un recipiente. El cuerpo recibe la acción de dos fuerzas verticales del mismo valor y sentidos opuestos: una es su peso (P) que tira de él hacia abajo, y la otra es el empuje (E) que tira de él hacia arriba.
Figura 6. Principio
de Arquímedes
Teniendo en cuenta este
principio, es muy posible que Arquímedes resolviera el problema usando una
balanza como la de la figura 7, colgando en un extremo la corona y en el otro
un bloque de oro puro del mismo peso que la corona. Si el orfebre hubiera
obrado honradamente, en el aire la balanza estaría equilibrada porque el peso
de la corona (P1) y el peso del bloque de oro (P2) serían iguales. Si el
orfebre hubiera cambiado parte del oro por otro metal, la corona ocuparía más
volumen que el bloque y entonces el empuje (E1) que tira hacia arriba de la
corona sería mayor que el del bloque de oro (E2). La balanza se desequilibraría
subiendo la corona y bajando el bloque.
Figura 7. Una
posible solución al problema de la corona.
No se sabe si el orfebre obró
bien o mal, porque no hay documentos que lo certifiquen; de todos modos esta es
una historia entretenida que invita a sumergirse, nunca mejor dicho, en esa
cienca que estudia el comportamiento de los líquidos en reposo: la
Hidrostática.
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